Sospecho que el tipo de traje y corbata que va parado a mi lado, me mira los senos. El escote es generoso, no puedo (ni quiero) quejarme por que miren. Me siento como una estatua de cera que se está derritiendo rápido al sol que entra por la ventana del amarillo animal con ruedas; así es que por hoy, miren.
A través de la ventana veo a una señora gorda jalando de la mano a una niña pequeña que a su vez arrastra de la mano una muñeca rubia. Por un momento la niña me mira.Como otra niña que hace algo malo a escondidas de su madre, le saco la lengua. La madre me alcanza a ver y frunce el ceño. Pero la muñeca rubia sonrie. La niña llora. Y yo...extraño la muñeca calva y gorda de ojos azules que heche a perder por bañarla en una tina. Mi infancia huele a mastuerzos y a gatos y a mercado y a smog y a perfumes baratos de avon.
El hombre de traje se me repega sospechosamente. Lo siento, a las estatuas de cera no se les puede tocar. Así es que lo miro fijamente, el hombre se sonroja y se recorre un lugar.
Intento retomar el olor del mastuerzo, pero es demasiado tarde, se bajó en la última parada. La sensación de un hueco se cubre con la confección de un rápido y sencillo plan para conseguir mastuerzos y tapizar mi ventana con ellos, para dormir y despertar con el ruido de las ranas que vivirán sobre sus hojas, porque siempre me ha parecido que en sus hojas deben de vivir ranas y luciernagas y ratones blancos. Y probablemente las ranas se coman a las luciernagas y traguen tantas que se les ilumine la panza, convertidas en lamparas croantes. ¿Los ratones blancos comen ranas?
El hombre del traje se ha aflojado la corbata, siento su mirada en mi nuca. Me gusta tener la nuca desnuda para sentir los escalofrios del viento que entra sin que lo inviten o del aliento húmedo de Eru.
El hombre de traje recorre los cabellos cortados con la navaja. Un rasguño fresco en mi mano hace que sonría.
Cuando me paro para bajar, miro hacia atrás no hay nadie en el asiento. El hombre del traje ha desaparecido misteriosamente, gracias al diablo, empezaba a ponerme nerviosa.
De hecho, no lo había notado, pero todo el animal amarillo esta vacio, salvo una muñeca rubia y un sapo, que se besan descaradamente tumbados en el piso.
A través de la ventana veo a una señora gorda jalando de la mano a una niña pequeña que a su vez arrastra de la mano una muñeca rubia. Por un momento la niña me mira.Como otra niña que hace algo malo a escondidas de su madre, le saco la lengua. La madre me alcanza a ver y frunce el ceño. Pero la muñeca rubia sonrie. La niña llora. Y yo...extraño la muñeca calva y gorda de ojos azules que heche a perder por bañarla en una tina. Mi infancia huele a mastuerzos y a gatos y a mercado y a smog y a perfumes baratos de avon.
El hombre de traje se me repega sospechosamente. Lo siento, a las estatuas de cera no se les puede tocar. Así es que lo miro fijamente, el hombre se sonroja y se recorre un lugar.
Intento retomar el olor del mastuerzo, pero es demasiado tarde, se bajó en la última parada. La sensación de un hueco se cubre con la confección de un rápido y sencillo plan para conseguir mastuerzos y tapizar mi ventana con ellos, para dormir y despertar con el ruido de las ranas que vivirán sobre sus hojas, porque siempre me ha parecido que en sus hojas deben de vivir ranas y luciernagas y ratones blancos. Y probablemente las ranas se coman a las luciernagas y traguen tantas que se les ilumine la panza, convertidas en lamparas croantes. ¿Los ratones blancos comen ranas?
El hombre del traje se ha aflojado la corbata, siento su mirada en mi nuca. Me gusta tener la nuca desnuda para sentir los escalofrios del viento que entra sin que lo inviten o del aliento húmedo de Eru.
El hombre de traje recorre los cabellos cortados con la navaja. Un rasguño fresco en mi mano hace que sonría.
Cuando me paro para bajar, miro hacia atrás no hay nadie en el asiento. El hombre del traje ha desaparecido misteriosamente, gracias al diablo, empezaba a ponerme nerviosa.
De hecho, no lo había notado, pero todo el animal amarillo esta vacio, salvo una muñeca rubia y un sapo, que se besan descaradamente tumbados en el piso.
2 comentarios:
tssssss (lease como ts ñero emocionado) otro! ostro! otro! otro!
Gato sonrojado..
jejejjee..pero sí, ya tengo que escribir más,aunque sea alguna anecdotas mezcladas con ficción, nomás como entrenamiento pal FECA..jejej..saludo puej
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